ASI SOY YO

Un poquito ácida, bizarra, irónica y pícara.

Una topadora o una mezcla explosiva porque a veces soy difícil de seguir, aunque para nada imposible de alcanzar.

Lo que nadie sabe y es momento de ser revelado aunque sea muy, pero muy íntimo es que:

"ME QUIERO TANTO QUE JAMAS PODRIA DIVORCIARME DE MI".

martes, 13 de julio de 2010

EL PSICOANALISTA Y YO

Ayer comencé terapia por primera vez en mis 50 años porque siempre me analicé solita.
Mi nombre es Estela pero me hago llamar Bárbara porque la verdad es que tengo cara de Bárbara... En realidad bárbara fue la vida con usted  que la hizo tan fea dijo el analista. 

Acto seguido me preguntó cuál era mi estado civil, cosa que no me gusto mucho porque yo no tengo porque divulgar a un desconocido mi vida privada pero igual le contesté nada más porque soy educada:

- Viuda de mi ex-marido que al final éramos hermanos.

Entonces ni corto ni perezoso el metiche me dijo que si tenia idea de la representación simbólica del tabú del insecto.

La verdad es que me sorprendió su desfachatez recién me conocía y ya me insultaba, pero lo deje pasar y le respondí que primero de todo yo era sintética no simbólica y además que en mi casa usaba insecticida del bueno en aerosol, pastillas y gel porque no me gustan los bichos.
No entendí muy bien cuando me preguntó si hacia mucho que no me miraba al espejo...

Luego me preguntó que me traía por ahí...y yo le dije que no creía en la terapia porque practicaba la fe budista pero que estaba allí porque de tanto en tanto, en general todos los días, en casa me decían que tenía muchos complejos que no son simples por otro lado y yo necesitaba corroborarlo para decirles:- ¡ Sí los tengo todos y no les doy nada!....¿está mal pensar alguna vez un poco en una o eso es ser egoista?.

Cuando la sesión terminó, a los 10 minutos de comenzada, el analista me dijo que la vida no era para todo el mundo y si yo habia pensado en suicidarme en defensa propia y de la humanidad... La verdad es que no supe que contestar por lo que agregó, mientras me acompañaba gentilmente empujándome la espalda, a la puerta del consultorio:

 - Permita que su cuerpo vaya donde esta su mente pero que sea lejos, muy lejos de aquí.

Cerró la puerta tras de mí y cuando estaba llegando al ascensor di media vuelta y volví, toque el timbre del consultorio y abrió con desgano la puerta:

- Perdón no me prestaría una guía Filcar porque para buscar mi mente quiero ver si me conviene ir en subte o en colectivo.

Raque


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