Siguiendo con la maravillosa tarea de educar a las hordas primitivas de niños y niñas, animalitos de dios por naturaleza y salvajes inadaptados gracias a la educación, surgen interrogantes difíciles de responder y de ahí la importancia de los cursos de discapacitación docente.
Qué debe hacer un educador ante la pregunta vital ¿puedo ir al baño que me hago caca?
Inmediatamente el indecente, vulgarmente maestro, debe asegurarse que no es una vil mentira de la mente rebuscada de un niño de 5 años para ratearse, usando el viejo truco del baño.
Pasos a seguir para evitar ser engañado por la pequeña criatura fácilmente confundible con un chichón del suelo:
Educador: ¿niño estás seguro que sabes la diferencia entre caca y pis?. Si la respuesta es afirmativa, pase a la segunda pregunta para estar seguro que no miente.
Educador: ¿comiste anoche porotos, mondongo a la calabresa o compota de ciruelas de postre?. Si la respuesta es negativa y comió pollo hervido con puré de papas, pase a al tercera pregunta.
Educador: mire su postura corporal y fíjese si hay movimientos epirogénicos que conducen a descargas ruidosas con tufo a zorrino. Esto indica que algo está pasando y que en apariencia en alugno no miente.
Si además el eduaprendiente está encorvado hacia adelante, con cara desencajada de desgraciado/a y está a punto de reventar, le aconsejamos que lo deje salir porque las consecuencias pueden ser irreparables.
Como generalmente no suele haber papel higiénico en los segundos hogares que son las escuelas, es aconsejable que desde jardín de infantes y hasta terminar la secundaria los párvulos lleven la bolsita de cuadritos celeste o rosa según el caso con papel higiénico y un desodorante de ambientes, por lo menos hasta que los maestros se hagan duchos en el tiempo que tienen que esperar entre que dilucidan si el alugno miente y el momento en que dan a luz el bolo fecal en el medio del aula.
Raque
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